El fortín el Árbol, ubicado entre los fortines Necochea y Ramada Nueva (Arredondo), establecido en el lugar del árbol solo así determinado por Mansilla, perduró por poco tiempo, desde 1874 a 1876. Su primer comandante fue el subteniente Jorge Reyes guarneciéndolo además un cabo y cinco soldados de la Compañía de Granaderos nº 10 de infantería de línea. Fue abandonado y desmantelado en la época apuntada, cumpliendo la función de dar aviso mediante disparos de cañón en relación a los distintos movimientos en la frontera; encontrándose con el paso del tiempo proyectiles en campos que lo circundaban. Una misión pastoral muy importante habría desarrollado la capilla situada en el fortín El Árbol dependiente de la Iglesia de Villa Sarmiento, localidad que luego sería cabecera del departamento general Roca. Allí, según documentos existentes, rescatados del archivo parroquial de la iglesia catedral de Río Cuarto, se efectuaron bautismos y casamientos en un número manifiesto, lo que da lugar a inferir que, en la zona, se habría instalado en aquél momento un núcleo poblacional significativo antecedente inmediato de lo que sería en primer lugar la estancia y luego la colonia.
Luego de adquiridas estas tierras por el señor Wilfredo Barón, fueron puestas a producir mediante el sistema de arrendamiento que se instituyó como una de las herramientas utilizadas por grandes propietarios de dilatadas extensiones para no desprenderse de ellas y además, evitar que permanecieran improductivas obteniendo singulares ganancias mediante la aplicación de este método de contrato muy leonino para el arrendatario. De allí que existen antecedentes de actividades agropecuarias en tiempos previos a que las tierras de la actual colonia, pasaran a ser propiedad de la familia Dahau. Luego y bajo su posesión, se transformaron en una estancia cuya extensión alcanzaba aproximadamente unas diez mil (10.000) hectáreas, construyendo el casco rodeado de monte y observándose los cimientos de un viejo edificio. Según la tradición oral, habría sido el primitivo casco luego se edificó el actual donde desde el año 1963, funciona la escuela ex nacional 309 fortín El Árbol.
Todas estas consideraciones resultan muy puntuales para transformar la historia y comprender acabadamente, como se produjo la evolución de fuerte a estancia y de estancia a Colonia, ya que constituyó en su momento, una innovación, una especie de mini reforma agraria y un salto en la historia que solo se dimensiona en la realidad que hoy vivimos.
La familia Dahau, propietaria de variadas extensiones territoriales a consecuencia de la compra en distintos remates realizados por la nación con la finalidad de poblar las nuevas y amplias fronteras, dispuso la conformación de una estancia cuya extensión comprendía lo que es hoy la colonia
La tradición oral, lleva a inferir que la familia Duhau habría tenido dificultades a la hora de obtener los papeles de propiedad, (escritura) que probara la pertenencia de los campos adquiridos y esta situación la llevó a negociar su venta al estado nacional. De esta manera, a través del Banco de la Nación Argentina, el Consejo Agrario Nacional y el dictado de la Ley número doce mil seiscientos treinta y seis (12.636), se ofrecen en venta o arrendamiento con opción de compra, parceladas en treinta y cinco (35) lotes cuya superficie variaba según su ubicación (más próxima o más alejada de la población más cercana), en este caso la localidad de Jovita. Los documentos oficiales de la época indican que las extensiones variaban entre las doscientas (200) y cuatrocientas (400) hectáreas.
La ley 12.636 fue dictada en el año 1940 por la entonces conservadora legislatura nacional. Establecía como principio que, por encima del derecho de propiedad de la tierra, se ubicaba el interés colectivo. En nombre de éste podía entonces el estado, a través del nuevo organismo creado por ley, expropiar aquellos terrenos que cumpliendo unas pocas condiciones, fueran contrarias al interés superior. Sin embargo la aplicación efectiva de dicha ley y las funciones específicas del Consejo Agrario Nacional obtienen financiamiento para cumplir con sus funciones específicas tres años después, a través del Banco de la Nación Argentina, aportando los fondos necesarios para las tareas de expropiación y colonización del organismo, constituyéndose en un instrumento fundamental del gobierno a favor de los intereses de clase que expresa en el conflicto y disputa por la tierra y la renta agraria.
Por otro lado fue durante la coyuntura electoral del año 1946 cuando el tema de la reforma agraria y el rol del Consejo Agrario en su puesta en marcha son más reiterados discursivamente y sobre todo acompañado de acciones de alto impacto como los actos con la FAA en las expropiaciones de campos en Colón (Buenos Aires), Gualeguaychú (Entre Ríos). En este contexto político, económico y social se lleva adelante la expropiación de terrenos que luego darían origen a Colonia El Árbol, manteniendo el nombre originario del fortín y del espacio descubierto y anotado por Mansilla en sus cartografías.
Resulta interesante el análisis de los detalles del ofrecimiento de las propiedades, la conformación de los lotes, los precios, las condiciones del compromiso, plano de ubicación, instrucciones y aclaraciones, transformando el espacio, donde, no hay dudas puede afirmarse, se trató de una especie de mini reforma agraria, motorizada por la nueva situación política en la Argentina, con la irrupción en escena, del coronel Juan Domingo Perón, y consecuentemente su partido justicialista o simplemente, peronista, sumados a la plena vigencia de la ley 12.636 y el Consejo Agrario Nacional, con financiamiento del Banco Nación.
Colonia el Árbol, Estación Jovita F.C.P Dpto. Pte. Roque Sáenz Peña, Provincia de Córdoba ofrecimiento en venta o en arrendamiento con opción a compra de 35 Lotes para explotación mixta agrícola – ganadera – tambera. Plazo de inscripción de solicitantes desde el 15 de octubre hasta el 13 de noviembre de 1946.
El ofrecimiento iba acompañado de un plano de ubicación de los terrenos (plano de la colonia) indicaba las vías de llegada, aclarando que:
…quienes deseen visitar la colonia y quieran hacerlo por ferrocarril obtendrán boleto de ida y vuelta al precio del de ida presentando un comprobante del Consejo Agrario Nacional, que deberán solicitar en Melo 1880, Buenos Aires, indicando Nº de su documento de identidad…” “…Pidan folletos y formularios de solicitud al Consejo Agrario Nacional, Dirección de Agronomía, Melo 1880, Buenos Aires o a su representante en la Colonia…” (Afiche informativo, Orlando Musso).
Se acompañaban también detalles de precios de los distintos lotes, superficies, precios por hectáreas, el total con mejoras generales y particulares. Tomando como ejemplo el lote nº 29 que se prometía con una superficie de 374.3862, precio por hectárea 106.96, precio total 40.044.30, mejoras generales 9.012, mejoras particulares 800, precio total 49.856.30. Las mejoras generales y particulares, consistían en la ubicación de un molino, una aguada y todo equipamiento que contribuyera a optimizar las condiciones de trabajo y producción de acuerdo al rubro, agrícola, ganadero o tambero. Los precios citados son aproximados, se ajustarán en la forma que corresponda en el momento de terminarse la incorporación de mejoras a cada lote.
“…Las solicitudes de lotes se reciben en la colonia o en la sucursal del Banco de la Nación Argentina en Laboulaye… Si la solicitud se presenta en la Sucursal del Banco de la Nación, deberá acompañarse con un comprobante de que se ha visitado la Colonia…”
Las condiciones del ofrecimiento eran muy claras y precisas respecto de quienes podían alcanzar este beneficio que, por otra parte, implicaría un cambio sustancial en sus vidas. Esta cuestión difería de otras anteriores, por cuanto quienes lo obtuviesen, lo harían en carácter de propietarios y no de arrendatarios como eran las condiciones de acceso a la tierra hasta ese momento. Los aspirantes a compradores deberían tener una edad de 20 años al momento de constituirse como tales, tener buenos antecedentes personales y fundamentalmente, no ser propietarios de extensiones territoriales iguales o superiores a las que se ofrecían en venta.
Lo destacable eran las ventajas que favorecerían al adquirente: Exención del pago de impuestos territoriales durante cinco años y rebaja del cinco por ciento del precio total por cada hijo legítimo suyo que nazca en la Colonia, inembargabilidad del lote, las mejoras y los elementos de trabajo asesoramiento y ayuda del Consejo Agrario Nacional. Como puede apreciarse, y surge claramente de algunas condiciones de venta, la intencionalidad era desarrollar un sector de la provincia, escasamente poblado en ese momento de su construcción histórico- geográfica. La rebaja del cinco por ciento del total de la deuda por cada hijo legítimo lo demuestra claramente, aunque por mi experiencia de vida en la Colonia, las familias que se instalaron allí, no le dieron demasiada importancia a este punto, ya que ninguna sobrepasó los dos o tres hijos por lo que la deuda se fue cancelando de acuerdo con otras exigencias. Un diez por ciento de contado y el monto restante en cuotas anuales del tres por ciento dos y medio por ciento en concepto de intereses y medio por ciento en amortizaciones del compromiso asumido más la comisión de gastos que fije el Consejo, que no obstante se estimaba en un medio por ciento anual, hasta reducir la deuda a la mitad del precio original estipulado. Entre otros requerimientos, había quedado establecido que una vez reducido el monto a acreditar a la mitad; lo restante (la otra mitad) “…sería abonada en cuotas iguales a las que rijan en el Banco Hipotecario Nacional…” (Orlando Musso). Además, cuando los resultados de la explotación lo permitiesen, los colonos pagarían anualmente una cuota adicional que no sería superior al cuatro por ciento del precio de venta, dicha cuota estaría destinada a fomentar un fondo de ahorro, que se depositaría en una cuenta especial del Banco de la Nación Argentina; y tendría como finalidad: “…hacer frente a las cuotas anuales en los años de crisis, acelerar el pago del lote, a fin de saldar el importe en menos tiempo que sólo con la cuota anual ordinaria…”.También preveía la posibilidad de que cada comprador, pudiese hacer pagos extraordinarios, por su propia iniciativa y en el momento que le resultare oportuno, lo que le permitiría adelantar la cancelación de la deuda contraída.
La formación definitiva de Colonia El Árbol se fue consolidando con el otorgamiento de préstamos en dinero, que facilitarían la construcción de viviendas y de esta manera, los propietarios de las nuevas parcelas pudiesen establecerse de manera permanente en el lugar junto a sus familias. Es así como el nuevo asentamiento se fue fortaleciendo, a partir de este impulso colonizador y con una frase final que encerraba en sí misma un profundo significado “…El comprador asegura ante todo su estabilidad sobre la tierra donde está su hogar y su trabajo…” (Orlando Musso).
Tierra, hogar y trabajo, la historia de la actual Colonia El Árbol, se ha nutrido y se nutre de estas premisas fundamentales en la vida de todos los pueblos y colonias que se esparcieron a través de la amplia geografía argentina, con el aporte de inmigrantes europeos que llegaron en masa, buscando paz bienestar y trabajo.
Un total de treinta y cinco aspirantes a propietarios de los lotes puestos a la venta, cumplieron con los requisitos establecidos y resultaron adjudicados ocupando los espacios que le fueron dando vida y una identidad propia a la colonia.
Su afianzamiento como colonia y poblado importante hizo que muy pronto se crearan instituciones para el desarrollo de la vida comunitaria; la escuela, el club, la iglesia, la cooperativa de tamberos y el Consorcio Caminero. Todas son las evidencias de momentos de esplendor que se colmaron de satisfacción cuando comenzaron a otorgarse desde la Secretaría de Agricultura y Ganadería de la Nación y el Consejo Agrario Nacional, los primeros títulos de propiedad.