I- Introducción
En este trabajo examinamos la toponimia en el sur de Córdoba con el propósito de reconocer la mecánica utilizada a la hora de otorgarle nombre a las estaciones de ferrocarril y de pueblos; se trata de atender a las regularidades que dan por resultado final el nombre y hacer un cuadro de conjunto sobre los factores que influyeron en la decisión.
Las preguntas que orientan este trabajo son las siguientes: ¿Cómo se elige el nombre de un pueblo en este territorio? ¿Qué relación hay entre los nombres elegidos y los propietarios de tierras del lugar? ¿Cómo incide el poder político establecido? ¿Cómo participan las empresas ferroviarias?
El universo considerado es el de las estaciones de ferrocarril y asentamientos humanos que aglutinaron habitantes estables, relevados en los censos nacionales de población realizados en el sur de Córdoba. Se incorporaron a esa muestra algunas estaciones del ramal ferroviario Laboulaye-Sampacho. Se registra el nombre u otra afinidad personal que queda plasmado en el topónimo elegido.
En muchas ocasiones cuando se escribe la historia de los pueblos o se hace referencia al origen se suele construir una ficción sobre el nombre, suregen elementos propios del mito de Antonio Gramsci, siguiendo a Georges Sorel le otorga gran relevancia al mito, señala que es “la creación de una fantasía concreta que actúa sobre un pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva” ( ver nota 2).
Se trata de una observación muy pertinente para estudiar la historia de pueblos que están naciendo y que resultan puntos de encuentro, en donde se aglutina población que proviene de espacios geográficos muy diversos y que luego busca dar cuenta de un origen común relativo al nuevo asentamiento.
¿Cómo se decidió el nombre “del pago”? ¿De dónde surge este topónimo que va a dar cuenta del lugar en donde van a nacer los hijos de las familias pioneras, perdurando sus descendientes y recibiendo nuevos allegados?
Serán luego los lugareños afincados, a decir de Gramsci, los constructores de una voluntad colectiva que se reconoce en el mito fundacional. Por otra parte, se trata de un proceso que queda inmerso en la construcción de las clases sociales en el territorio.
Para este trabajo se han seleccionado cincuenta y ocho poblados/estaciones del sur de Córdoba (hoy pueblos y ciudades). Se ha tomado la información existente acerca de cómo han llegado a ser portadores del nombre que los identifica y cuál es su significado.
Los criterios establecidos son d carácter demográfico, geográfico e histórico:
1– La selección se hizo a partir de los lugares que registren el mayor aglomerado urbano en la actualidad (datos censales).
2– Geográficamente ubicados desde el Río Cuarto (Chocancharava) hacia el sur, hasta los confines de la provincia en sus límites políticos actuales con la provincia de La Pampa, San Luis, Buenos Aires y Santa Fe.
3– Siguiendo una cronología histórica por fecha de fundación. El período histórico al que atendemos es aquel que se extiende entre 1875 y la década de 1930. Desde la presidencia de Nicolás Avellaneda hasta el golpe de 1930 y el gobierno de Justo. La excepción es para tres casos que vienen de la época de la colonia.
Partir del aglomerado poblacional actual de muchos de estos pueblos es una forma de aproximarse a las expectativas que había al momento de la fundación. Aquellos poblados que nacían en nudos ferroviarios, punto medio de ramales largos, convergencia de varias colonias en las cercanías, en las proximidades de ríos o lagunas, etc. hacían previsible el crecimiento poblacional y se reservaba para estos puntos (que se estimaban iban a progresar) los nombres que se trataba de destacar.
Se ha utilizado fundamentalmente la información que ofrece Calos Mayol Laferrere Toponimia histórica del sur de Córdoba y de Norberto Mollo Toponimia indígena Sur de Córdoba, Sura de San Luis, Sur de Santa Fé.
Respecto a la nomenclatura de los pueblos del ramal ferroviario Laboulaye-Sampacho se utiliza la información publicada en el libro de nuestra autoría: “Historia de Adelia María y del ramal ferroviario Laboulaye-Sampacho 1925-1935, Edición Municipalidad de Adelia María/Museo y Archivo Histórico de Adelia María “Lilia Denari”, 2019. Este trabajo es una continuidad de un tema planteado en ese libro.
Para la provincia de Santa Fe existe un trabajo detallado sobre el origen del nombre de los pueblos, a cargo de Nedo, J.R. Belleze, El origen del nombre de sus pueblos y algo más. Será una tarea para el futuro comparar esa información de Santa Fe con la de Córdoba, ello permitiría elaborar líneas de interpretación más consistentes.
II- Toponimia aborigen y colonial
Es abundante la toponimia indígena en la zona del sur de Córdoba, mucha corresponde a la época pre hispana; así lo resume Mollo en su trabajo: “El sur de las provincias de Córdoba, San Luis y Santa Fe”, presenta diversos topónimos indígenas, la mayoría son de origen ranquel dada la importancia que ha dejado esta etnia en la geografía local. Asimismo, pueden encontrarse nombres quechuas en las tres provincias y guaraní preferentemente en el sur santafesino. En Córdoba los topónimos indígenas se concentran preferentemente en el Departamento General Roca. Hacen a la vida humana desarrollada en ese medio natural y están ligados a la presencia de importantes montes de caldén, algarrobo, chañar y otras especies”. Asimismo a la existencia de fuentes de agua bebible, flora, fauna en condiciones de ser utilizada. La toponimia indígena domina básicamente a las lagunas, médanos, arroyos, ríos, cerros y montes” pero no sólo ello, también ha quedado plasmada en nombres que refieren a vegetación, fauna, lagunas y otros puntos hídricos, Geomorfología, Geología, Animismo, Meteorología, Astronomía, etc. Llama la atención la existencia de topónimos híbridos, que resultan de la fusión de vocablos que proceden de dos lenguas.(…).
Con las avanzadas militares españolas del fines del siglo XVI hacia el sur de la ciudad de Córdoba se inicia la invasión hispana de este territorio, la conquista y colonización del centro y sur de la provincia de Córdoba, un área “que integra dos ambientes geomorfológicos diferentes, sierra y llanura, los grupos étnicos de la zona serrana (comechingones) son sedentarios, cazadores, recolectores, productores de alimentos, con cerámica e industria textil y con diferenciación social. En tanto los que transitaban la llanura (pampas y tehuelches septentrionales) son recolectores y cazadores, sin localización fija y adaptados a la práctica nómada (….).
Los conquistadores toman posesión y comienzan a ejercer su dominio sobre el territorio, ocupan la tierra y se las adjudican en propiedad privada convirtiéndose en grandes latifundistas. Con el avance de este proceso se va imponiendo una toponimia acorde a la nueva hegemonía. En ese contexto los nombres hispanos se extienden y serán usados para descifrar la morfología del suelo, la flora y la fauna de la zona-, se van incorporando asimismo aspectos propios de la vida política, religiosa y cultural.
Con el desarrollo de la ganadería comercial se comienza a extender nuevas relaciones sociales de producción y de cambio, se va delimitando la frontera y los caminos que surcan el territorio. Se afianza una clase dominante hispana criolla y emergen los rasgos característicos de la nueva sociedad. Se van creando las condiciones necesarias para e desarrollo de las relaciones mercantiles y dinerarias primero, donde los negocios locales comienzan a enlazarse con el capital mercantil en expansión-, y luego con las propias del capitalismo después. Con la acumulación privada de capital que lo caracteriza.
La fundación de estancias ganaderas en áreas de pasturas con el asentamiento de familias vinculadas a la actividad productiva será luego lo que va a dar origen a los nuevos poblados; en ellos se va a radicar parte de la fuerza de trabajo de las estancias, son “indios de encomienda”, siervos, esclavos y peones-, Luego serán “hombres libres” vendedores de fuerza de trabajo o pequeños propietarios familiares. Se desarrolla asimismo la pequeña propiedad rural y urbana asentada en la economía doméstica con pequeños excedentes comercializables.
Nacen pueblos que luego serán villas y ciudades donde la gran producción ganadera rural queda articulada con el intercambio mercantil urbano-, dominan el espacio pequeños y grandes comerciantes, artesanos, funcionarios, civiles, militares y religiosos. Al mismo tiempo, comienza la presión sobre una masa de población que luego, ya expropiada de las condiciones materiales de existencia, pasará a formar parte del proletariado que vende su fuerza de trabajo como asalariados. Proceso de escisión dentro de la sociedad que hace sobre una masa de la población que se resiste a la expropiación de sus condiciones materiales de existencia.
En la Villa de la Concepción, por ejemplo, “el control de la Villa quedaba en manos de una minoría propietaria de tierras y de mano de obra esclava y otros dependientes libres (indios, conchabos, pardos, mestizos, españoles, peones). Estos orientaban su producción ganadera hacia e norte y hacia Chile, siendo localizados mayormente en la zona serrana o en el llano próximo a los puestos fronterizos y a los caminos de circulación (…).
La nueva toponimia hispana convive con la que antecede, la toponimia indígena, constituyendo un sincretismo dinámico. La toponimia ranquel, por ejemplo, continúa su desarrollo, aunque en menor medida que la hispana. Aparecen vocablos híbridos formados por diferentes lenguas.
Parte de los nombres castellanos están asociados a la monarquía y a sus funcionarios, como Carlota, por ejemplo (por Carlos III); muchos de ellos están referidos a grandes propietarios privados de tierras y a la ideología cristiana de los conquistadores (por ejemplo “pueblo de la Concepción, 1786, hoy Río Cuarto ). Se extiende el uso de topónimos de santos, santas y temáticas religiosas propias de la iglesia católica que impone su influencia. L cuestión de la concepción de María y su virginidad queda plasmada precisamente en el nombre de la principal ciudad de la zona: el pueblo luego “Villa de la Concepción”. La temática que da origen a este nombre era de larga data en el clero, fue uno de los puntos en disputa dentro de la iglesia desde antes del año 383 cuando San Jerónimo reivindica la perpetua virginidad de María. Posteriormente va a aparecer cuestionado este dogma por los protestantes de Europa Occidental. Sin embargo, la virginidad de la madre de Jesús se reafirma nuevamente en el Concilio de Trento (1545-1563); en 1564 se fija la fiesta religiosa de la Inmaculada Concepción. Se sostiene nuevamente que María ha concebido sin “mácula” (deshonor, engaño, trama). En 1854, otra vez el papado se expresa sobre el tema: María es virgen “antes, durante y después del parto”. Será este un punto de fricción en las polémicas que encierra la historia de la religión católica, un “dogma” que queda plasmado en el nombre referido de una villa del sur de Córdoba.
III. Las cuestiones del ramal Laboulaye-Sampacho
En un primer momento las nuevas estaciones del ramal mencionado se las identifica por el kilometraje del que distan de Laboulaye.
Su primer nombre es un número. Luego se levanta es nomenclatura numérica y se le asigna un nombre propio; en todas estaciones su nombre se traslada al poblado que se inicia. Queda en la memoria de los lugareños el nombre original, por ejemplo, “el Cien y medio” hacia referencia a Adelia María, el “Ochenta” a Monte de los Gauchos.
Si bien este ramal hay estaciones que van a rodear de localidades pujantes hay otras que no prosperan y solo queda el edificio de la estación; pero todas recorren el mismo proceso: primero su nombre es un número y luego en distintas fechas se les va asignando un nombre propio. En algunos casos su nomenclatura va a tener más de un cambio.
III- a- El nombre de las primeras estaciones desde Laboulaye
En 1928 se inaugura la línea Laboulaye-Sampacho con sus trece estaciones intermedias, luego de dos años de funcionamiento se cambia la nomenclatura numérica de las tres primeras y las estaciones de los kilómetros 64 y 88 (esta última se hace con error). Según datos de Ferrocarriles Argentinos “el 7 d noviembre de 1930” se firma el decreto dando nombre a las estaciones de los Kilómetros 14, “Fray Cayetano Rodríguez”; Kilómetro 43, “Pacheco de Melo” y a las otras dos: Huanchilla y Punta del Agua (que luego se vuelve a cambiar) (…).
El nombre Fray Cayetano Rodriguez conmemora al sacerdote y Tribuno, Fray Cayetano Rodriguez. Titular precursor de la Biblioteca Pública. Miembro de la Soberana Asamblea General Constituyente del año 1813. De cuyo diario de sesiones asumió la redacción. Además, periodista y poeta. Falleció en el año 1823.
Señala la misma fuente, Ruiz Díaz Guzmán recuerda al publicista “autor de la Argentina”, o sea la historia de descubrimiento, conquista y población del Río de la Plata, escrita en 1812, obra compuesta tomando relación de “algunos antiguos conquistadores y personas de crédito con que yo fui testigo”, según Ruíz Díaz de Guzmán. Está considerado como el primer historiador del Río de la Plata.
En tanto, se indique que Pacheco de Melo “rinde homenaje al presbítero José Andrés Pacheco de Melo. Natural de Salta (1779), electo representante al Congreso celebrado en Tucumán en el año 1816.
Se trata de nombres propuestos por la Junta Asesora para la nomenclatura de las estaciones ferroviarias. Son personalidades de Argentina cuya acción política e intelectual va desde el siglo XVII a principios del siglo XIX. Un sacerdote y dos civiles, un intelectual y dos congresistas en Tucumán en 1816.
Estos nombres le dan continuidad a una línea historiográfica liberal que hace eje en la Revolución de Mayo, la Independencia (1816) y las guerras de independencia. Un corriente que también se impone como hegemónica en la enseñanza escolarizada de la Historia Argentina desde inicios del siglo XX.
La cuarta estación en el kilómetro 55 es El Rastreador. Se trata de un vocablo nativo, gauchesco, que se usa para hacer referencia a la persona especializada en seguir el rastro de seres humanos o animales en variados terrenos. Se impuso este nombre por un dictamen del 13 de febrero de 1931.
III. b- El nombre Huanchilla
Huanchilla “es una corruptela de una voz mapuche”, señala la página de la Municipalidad de Huanchilla, con un significado difícil de determinar, “la tradición popular asigna el nombre de Huanchilla a una laguna distante cinco kilómetros al sur del pueblo, en cuyas orillas hubo habitando un capitanejo homónimo (……).
Por disposición de Poder Ejecutivo Nacional se impone el nombre de Huanchilla a la estación y pueblo, así figura en el boletín oficial N° 10959, página 618, del 20 de noviembre de 1930, el decreto que le impone el nombre Huanchilla a la estación Kilómetro 64, tiene en cuenta el Informe de la Junta Asesora para Nomenclatura de Estaciones Ferroviarias, la que se expide de forma favorable a la solicitud y antecedentes que hacen llegar los señores Frank Walton O´Dwyer y Eduardo Kelton Watson.
III. c- Los nombres propuestos por la viuda de Olmos. Cuestionamiento del nombre Malena
El día 22 de septiembre de 1928 el Ministerio de Obras Públicas se expide con respecto al nombre de algunos de los pueblos de la línea _ así lo indica un expediente del Ministerio- se señala que algunas sugerencias de nombre han sido rechazadas y otras, que detallan, han sido aceptadas.
El Ministerio, “Resuelve…se denominarán como sigue:
– Km 76, 5 Pavín
-Km 100,5 Adelia María
– Km 123 Carolina
– Km 133 San Basilio
– Km 144,422 Malena.
Publíquese y pase a la Dirección de Ferrocarriles a sus efectos”.
Luego agrega, “comuníquese a L Empresa, a la Dirección General de Correos y Telégrafos…Inspecciones Generales, Sección Control Trabajo Ferroviario”.
Conocida la resolución anterior, tres meses después, un grupo de vecinos de la zona de la localidad de Malena y de Río IV solicitan un cambio de nombre a esta estación. Con este propósito ingresan un escrito el 13 de diciembre de 1928 al Ministerio de Obras Públicas; se abre un Expediente que administrativamente se lo titula “Se designe con el nombre de Cacciavillani la estación del kilómetro 144,500.
Proponen el nombre de Juan Bautista Cacciavillani, vecino de la zona ya fallecido. El pedido tiene un largo recorrido en el ámbito del Ministerio y se van a pronunciar varias oficinas internas sobre el mismo. Una de ellas es la Junta Asesora para la Nomenclatura de las Estaciones Ferroviarias.
Uno de los argumentos que usan los vecinos para impugnar lo decidido por el Ministerio el 22-09-1928 es que es no corresponde unsar el nombre Malena, porque “no se trata dede personas que hayan prestado servicios sobresalientes a la Nación”. Según los vecinos reclamantes, se trata de “un pedido de Justicia que sería denominar Cacciavillani dejando así en esta forma definitivamente consagrado lo que importa una tradición, un justo homenaje también a los hombres de trabajo que con sacrificio y abnegación han cooperado a fomentar en la agricultura y ganadería la gran obra de engrandecimiento nacional”. El nombre propuesto es el de un agricultor y ganadero que ha sido el propietario en vida precisamente de las tierras en donde se emplaza la nueva estación.
Se trataba de imitar lo hecho por Adelia Maria Harilaos de Olmos y otros terratenientes. La viuda de Olmos había logrado colocarle e vida su propio nombre a una estación de la línea ubicada en un punto clave, la mitad del recorrido (Adelia María) y que se le coloquen nombres a ella familiares a otras estaciones.
Impuslsan el reclamo vecinal Augusto Cacciavillani, herederos de Juan Bautista Cacciavillani y donante de 47 manzanas para el nuevo pueblo. Augusto hace preparar un plano de urbanización del futuro pueblo, pone en venta lotes y solares, hace propaganda sobre los beneficos de asentarse en “pueblo Cacciavillani”.
Pero el nombre oficialmente reconocido e septiembre de 1928 para la estación del Kilómetro 144,5 es el que ha propuesto Adelia Maria de Olmos, Malena, nombre de pila de su amiga personal, Magdalena Murga de Peña, otra habitué de la “high society porteña”.
En la nota elevada a las autoridades del Ministerio fundamentan los vecinos:
“Se trata de un nombre que carece de sentido a nivel local, del Departamento Río Cuarto y de la provincia de Córdoba”
Explican a los vecinos que para poner nombres a las estaciones se debe considerar:
“la obra de los hombres que nos encaminaron y llenaron de ejemplos en el trabajo fecundo, enalteciéndose ante la Nación con un gran espíritu patriótico”.
Resaltan que si se accede al pedido local “será grande el reconocimiento de todos los habitantes y vecinos de la Zona y Departamento Río Cuarto”.
El 1 ° de mayo de 1929 hay novedades sobre el tema en Bueno Aires, en una carta de la Junta Asesora, al Sr. Ministros, dice:
“La estación fue designada con el nombre de Malena…a solicitud de la Sra M. Harilaos de Olmos. Ahora se presentan vecinos del lugar pidiendo se cambie ese nombre…Se nos escapan los motivos tenidos en cuenta para designar esa estación con el nombre de Malena que carece de todo significado público. Es probable que ese nombre tenga algún significado para quien lo solicitó. Pero también es sensible que los nombres de futuros pueblos y ciudades argentinos sirvan para conmemorar acontecimientos completamente privados que no interesan para nada a la colectividad”.
Luego agrega:
“Dar a esa estación el nombre de Cacciavillani lo consideramos completamente infundado. Dicho señor no ha hecho otra cosa que poblar un campo. Es decir, lo mismo que han efectuado centenares de miles de personas en todo el país, sin creeros por ello con derecho a la gratitud nacional. Por otra parte, la colectividad los ha compensado con creces valorizando enormemente sus propiedades”.
La Junta Asesora para la Nomenclatura de las Estaciones Ferroviarias han dado sus fundamentos, según ellos, Malena carece de todo significado público, pero tampoco consideran pertinente el nombre de Cacciavillani.
Dos semanas después, el 18 de mayo de 1929, hay una nueva resolución, el Ministerio avala lo hecho por la Junta, considera que es “ampliamente claro y terminante el informe de la Junta Asesora para la Nomenclatura de las Estaciones Ferroviarias de fecha 1° de mayo de 1929, del cual se desprende en conclusión de que:
“Ni el actual nombre de Malena ni el propuesto de Cacciavillani pertenecen a personas que hayan prestados servicios sobresalientes a la Nación como para merecer legar su nombre”.
Finalmente, el ministro decide que no hay lugar a lo solicitado”, y por ende, el nombre Malena no se modifica.
Un año y medio después, el 10 de noviembre de 1930, con el gobierno del Golpe de septiembre del ´30 otra vez hay novedades en Buenos Aires, ahora abre el tema y da su parecer la dependencia “Inspección General de Explotación Comercial”, pero lo hace para decir nuevamente que coincide con los argumentos dados oportunamente por la Comisión Asesora. ¿Qué había ocurrido? Habían vuelto a la carga los vecinos, juntando firmas y reiterando el pedido anterior, se registran 82 firmas que avalan el pedido.
Finalmente, el 4 de diciembre de 1930, el Ministerio de Obras Públicas responde: “tiendo en cuenta los fundamentos del informe producido por la Junta Asesora para la Nomenclatura de las Estaciones Ferroviarias… no se modifica” continúa el nombre Malena, “No hay lugar a lo solicitado” firma el ministro.
III- d- El nombre Monte de los Gauchos
No es un nombre común, Horacio Giberti en Historia de la Ganadería Argentina lo señala como una rareza. En la ciudad de Rio Cuarto hubo un lugar llamado ese ese nombre, existía “El Monte de los Gauchos”, donde hoy se encuentra la municipalidad (….). La nomenclatura de la estación 88,1 kilómetro, luego también nombre de la localidad, abre ciertos interrogantes respecto a su origen.
Según Carlos Mayol Laferrere, el nombre de Monte de los Gauchos está asociado a la existencia de un Fortín Espinillos del Bagual, ubicado “cinco leguas al oeste del Portezuelo y seis al S.E de Santa Catalina”, continúa, “después de abandonado el fortín, el paraje -que como es obvio se caracterizaba por la profusión de espinillos- se conoció con el nombre Monte de los Gauchos, refugio de cuatreros, gente de avería y mal vivir. Dicho lugar se ubicaba en el rincón sur-este de la famosa estancia Santa Catalina de Don Ambrosio Olmos, a 9 leguas al sur recto de Villa de Reducción, de dónde provenía, principalmente el elemento que lo frecuentaba.
III. e- El periplo del nombre Punta del Agua
El nombre Punta del Agua retoma una de las más antiguas toponimias de la zona. Se utiliza ese nombre desde hace más de un siglo para hacer referencia a la zona donde el arroyo Santa Catalina pierde fuerza y se enlaguna, en la llamada Laguna “El Mataco”. La estación que va a tomar ese nombre queda instalada unos pocos kilómetros arroyo arriba de la laguna mencionada.
El primer nombre es un número como todas las estaciones “Kilómetro 111” pocos meses después se le asigna el nombre de Zapoloco. La decisión de ponerle ese nombre queda asociado a un exitoso caballo de carrera del momento. Los logros en las pistas del famoso equino quedaron en la memoria de los aficionados al turf, todavía se reivindica como un estigma de pureza equina tener a Zapoloco en el árbol genealógico. Pero bautizar con el nombre de un caballo a una estación generó rechazo y se dio marcha atrás con la decisión.
Zapoloco se cambia por el de Monte de los Gauchos, para el kilómetro 111, pero luego anivel oficial en enero de 1932 se decide cambiar nuevamente el nombre y trocarlo. Así Monte de los Gauchos queda para el kilómetro 88 y Punta del Agua para el kilómetro 111. En los planos originales estaba previsto fundar un poblado en cercanía de esa estación, se habían diagramado las primeras ocho manzanas de “Pueblo Piquillin”.
Este nombre, “Piquillin, quedó luego asociado al lugar en donde funciona la administración de los campos de la viuda de Olmos, al norte de la estación Punta del Agua, un antiguo punto en donde “paraban las carretas” dicen los lugareños y había un monte natural en el campo.
III. f- Las Vertientes y estaciones de cabecera Laboulaye y Sampacho
El nombre de la “Estación Las Vertientes” ya aparece en los planos de febrero de 1927. Luego en 1935, se lo cambia por el de Los Jagüeles.
Laboulaye es una ciudad fundada en 1886. Fue el inglés Guillermo F. Hubbard, propietario de las tierras, quien las fracciona funda pueblo y colonia Laboulaye. El nombre viene de Eduardo Renato Lefevre Laboulaye (1811-1833), francés, escritor. Domingo F. Sarmiento es quien solicita que se le ponga su nombre a una estación de la nueva línea.
Sampacho, la localidad que se funda en 1875 junto con la colonia nacional del mismo nombre. En quechua “Zampa” es cosa floja, sin consistencias; “pacha” es tierra; lugar de tierra floja, liviana.
III.g-Cronología de los nombres del ramal
Ordenamos a las localidades del ramal siguiendo la fecha en la que se le asigna el nombre:
– 1875: Sampacho.
– 1886: Labaoulaye
– 1927 (Febrero): Las Vertientes (Pueblo Piquillín planeado)
– 1928 (22 de septiembre): Pavín, Adelia María, Carolina, San Basilio, Malena
-1930 (7 de noviembre de 1930): Fray Cayetano Rodriguez, Ruíz Díaz de Guzmán, Pacheco de Melo, Huanchilla, Punta del Agua, Monte de los Gauchos
-1931 (13 de febrero) El Rastreador
-1931 (17 de mayo): Zapoloco (Se cmbia por Monte de los Gauchos)
-1932 (4 de enero): Punta del Agua
IV- Las principales localidades del sur de Córdoba
Siguiendo un desarrollo cronológico el cuadro nos muestra que los tres asentamientos urbanos más antiguos remontan al siglo XVIII, dos de ellos son hoy importantes ciudades, Pueblo de Concepción del Río Cuarto (Ciudad de Río Cuarto) y La Carlota, de 1786 y 1787 respectivamente. El pueblo de Reducción, según su nombre actual, se funda en 1795, se trata de la antigua Reducción de los Indios Pampa. En los nombres de estos tres poblados de la época colonial queda plasmado en el territorio que nos ocupa la influencia de la religión, la monarquía y sus fuerzas militares. (Hemos hecho referencia a ello en el punto II- Toponimia aborigen y colonial).
De ahí en más van a pasar 8 décadas antes de que se den nuevos asentamientos poblacionales en la zona delimitada a los fines de este trabajo, será recién en 1875 cuando comienzan a fundarse nuevos poblados, en otras circunstancias históricas, en el marco del desarrollo del capitalismo en extensión. Los nuevos asentamientos serían de argentinos (criollos, indígenas y afrodescendientes) y de inmigrantes (italianos, españoles, de otros pueblos europeos, de Medio Oriente, y de países limítrofes). Asociados de manera generalizada a la colonización agrícola y la expansión del ferrocarril.
Dentro de los nuevos asentamientos los primeros que se registraron son Sampacho (1875) y Chaján (1875). Nacen asociados a la colonización y a la expansión ferroviaria en este caso sobre la línea del Ferrocarril Nacional Andino; llevan por nombre vocablos indígenas que quedan plasmados en la flamante estación y en el pueblo. El intento de ponerle Gloriano Fernández a Chaján se deja de lado y vuelve al nombre autóctono.
En esa misma línea nace la estación Holmberg (1884) y su pueblo Santa Catalina, en este caso estación y pueblo tienen distinto nombre. Para la estación se toma un nombre de la época de las guerras de la Independencia y para el pueblo un antiguo nombre del lugar.
De aquí en más una norma que se repite: ” los pueblos nacen como consecuencia de que se ha construido un a estación ferroviaria”, crecen a su alrededor o en su cercanía, ello ocurre en medio del avance del proceso de asentamientos de colonos agricultores, pequeños propietarios urbanos y rurales y proletariado rural. Son uy pocas las excepciones a la regla. Sin embargo, muchas estaciones ferroviarias no dan lugar a nuevos pueblos, no necesariamente “la locomotora es pobladora” (…).
Once años después de los primeros pobladores, en 1886, nace una sucesión de estaciones sobre la flamante línea del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico en el tramo Rufino (Pcia. de Santa Fe)- Laboulaye-Villa Mercedes. En la parte que corresponde a Córdoba de esta línea las estaciones no registran nombres indígenas, gauchescos, ni tampoco de accidentes geográficos, tanto Laboulaye como Mackenna son intelectuales chilenos. En el caso del primero se sabe que fue por influencia directa de Sarmiento. Para estas estaciones no se aplica el nombre del terrateniente del lugar, es así que en el caso de Mackenna el nombre del propietario de tierra local, Torres, que las fracciona y las vende, queda solo como nombre del pueblo, no de la estación.
Las estaciones en las cercanías de Laboulaye, estación Rosales hacia el este y Curapaligüe y Riobamba hacia el oeste, remiten a la Armada y al Ejército Libertador en las guerras de la Independencia en Chile y Ecuador.
El nombre de la estación La Cautiva recuerda a las mujeres cautivas de los indígenas. La estación Washington, lleva el nombre del presidente de los Estados Unidos. Ninguna de estas estaciones hace referencia a localismos alguno. La Cautiva alude a la propaganda que se hace en el siglo XIX, para apoyar la “Campaña del Desierto”, la guerra al indio, el enfrentamiento a “salvajes” que con sus malones someten a cautiverio a mujeres indefensas. Inmortalizado en la literatura por el poema épico de Esteban Echeverría “La Cautiva”. Siempre en el mismo lugar, mientras se construye la línea, en diciembre de 1885, Salvador González escritura la estancia del lugar en donde se ubica la estación con el nombre La Cautiva.. El nombre de la estancia y el de la estación aparecen asociados.
En esa misma impronta y con influencia sarmientina se debe colocar a Washington (1886) y la naciente Villa Sarmiento (1888), poblado sin estación de ferrocarril del Dpto. Gral. Roca.
En la parte norte del espacio geográfico que estamos considerando, surcado por el ramal ferroviario Venado Tuerto-La Carlota, en el año 1889 se instalan nueve estaciones y se fundan pueblos. Dos de ellos son, Alejo Ledesma y Arias, el primero lleva el nombre del ex propietario de las tierras del pueblo, el segundo, el de un abogado del ferrocarril Central Argentino. Ambos fueron funcionarios nacionales.
En 1890 sobre la línea Rufino-Villa María se instalan las estaciones y poblados de Assunta y Viamonte, en 1891 La Cesira. El primero toma su nombre de la esposa del ingeniero del ferrocarril Juan Palleschi, el tercero el de la hija de este ingeniero. En tanto, el segundo lo hace de un patriota de la época de la Revolución e Independencia, Juan José Viamonte. En este ramal aparecen empleados jerárquicos del ferrocarril dando su nombre a la estación y al poblado, y nuevamente una figura política de la Revolución e Independencia.
Sobre la línea del ferrocarril Santa Fe Córdoba, en tierras que compró el ferrocarril a Juan Canals y Vals, nace en 1891 Canals, poblado que toma el nombre del ex propietario. El mismo año, sobre la misma línea, nace el pueblo de Gould, su nombre viene de un intelectual norteamericano, un astrónomo, amigo de Sarmiento.
En 1899 nace la estación Suco, sobre el ramal Río Cuarto a Villa Mercedes, es la primera que toma un topónimo localista: el nombre del cerro y laguna del lugar.
En el ramal Rufino (Santa Fe) a Buena Esperanza (San Luis), ese mismo año nace Pueblo Italiano; un año después en 1900, Italó, en 1901 Ranqueles y Huinca Renanco. Aquí los nombres refieren a comunidades de indígenas (ranqueles), de italianos (Pueblo Italiano), o son expresión castellana de vocablos indígenas (Italó, Huinca Renanco).
En el siglo XX nuevamente hay nomenclaturas que toman en consideración el mundo indígena, como también a los nuevos pobladores pampeanos. S e reconoce en alguna medida la ocupación indígena anterior del territorio.
En 1902 nace la estación Guardia Vieja sobre la línea troncal del BAP, se retoma la temática de las acciones militares del Ejército de los Andes en Chile. En el mismo año se abre al tráfico la estación Alejandro Roca, y aquí se reitera el dato de que el ex propietario de tierras impone su nombre a la estación y al poblado. Lo mismo ocurre con la estación San Ambrosio en tierras que fueron de Ambrosio Olmos, aunque aquí el terrateniente adosa el santo de su nombre.
Mas de veinte años después, hay un caso similar, en 1928, cuando se vuelve a usar la referencia al santo delante del nombre, otra vez relacionado con Olmos, es el caso de San Basilio para la estación del ramal Laboulaye Sampacho, en el Kilómetro 133, Basilio Olmos, era el padre de Ambrosio. Son las únicas dos estaciones sobre las sesenta estudiadas que llevan nombre religioso y en ambos casos vinculadas al mayor terrateniente de la zona, Ambrosio Olmos.
Los Cisnes, de 1902, hace referenciaa una laguna el lugar, si bien en 1922 se pasa a llamar Maquinista Gallini, pero en 1931 se vuelve al nombre de Los Cisnes. En ese mismo año nace General Levalle, su nombre original habría sido La Amarga, por la laguna de su vecindad pero se cambia el nombre a pedido de los vecinos (según Mayol Laferrere). Este general es el único personaje vinculado a la “Campaña del Desierto”.
Agrupamos a continuación aquellas estaciones y pueblos creados desde 1903en adelante.
Toman su nombre e la temática de la Revolución de Mayo y las Guerras de Independenci: Bouchardo (1903), por Hipólito Bouchard; Villa Huidobro (1904) por el general José Ruiz Huidobro, Bulnes (1906) por Eduardo Perez Bulnes, Del Campillo (1907), por Juan Cristófono Del Campillo, Serrano (1921) por José María Serrano, Fray Cayetano Rodríguez (1930), Pacheco de Melo (1930) por José Andrés Pacheco de Melo, Coronel Moldes por Coronel José de Moldes ( se le coloca ese nombre en 1956).
Hacen referencia al terrateniente o alguien de su familia, ex propietarios de las tierras donde se instala la estación y nace el pueblo La Gilda (1904) por Gilda Escobar Llloveras, Jovita (1905) por Jovita Bunge Achával, Villa Valeria (1907) por Valeria Crotto, hija de José Camilo Crotto, Nicolas Bruzzone (1909), Onagoity (1910) por Juan y Cirilo Ongoity, Mattaldi (1928) por Eugenio Mattaldi, Pavin (1928), nombre de la estancia de la viuda de Olmos, Adelia María (1928) por Adelia Maria Harilaos viuda de Olmos, Carolina (1928) por Carolina Senillosa de Harilaos, madre de Adelia María, Malena (1928) por Magdalena Murga de Peña amiga de Adelia Harilaos de Olmos.
Otra estación lleva el nombre de un intelectual reconocido nacionalmente: Ruy Díaz de Guzmán (1930).
Hace referencia a lugar o algún aspecto geográfico La Amarga (1903), luego cambiando a General Levalle, Cañada Verde (1904), Las Acequias (1904), Las Vertientes (1927), Huanchilla (1930), Punta del Agua (1927).
Vinculados al mundo indígena: Pincén (1910). A criollos 2El Rastreador” (1931), Monte de los Gauchos (1932).
Resultados
Nos preguntábamos acerca de cómo se decide el nombre de estaciones y pueblos en el sur de Córdoba. Contamos con información precisa respecto a la modalidad usada en los años veinte del siglo XX. En uno de los casos descriptos se inicia el trámite con el pedido del terrateniente de la zona al Ministerio de Obras Públicas, en su solicitud argumenta que la línea pasa por campos que son de su propiedad, llamativamente en el ministerio se resuelve de manera favorable la propuesta el mismo día que ingresa el pedido, si bien de los ocho nombres solicitados acepta solo cinco. Luego, y ante el ingreso de un reclamo vecinal que cuestiona la decisión, el expediente realiza un extenso curso administrativo dentro del Estado Nacional, pasando por una serie de oficinas públicas. Po último sale la resolución final con la firma oficial.
Se cierra con un “publíquese”, propio de las resoluciones oficiales, y se realizan varias notificaciones a la Dirección de Ferrocarriles, a la empresa ferroviaria propietaria del ramal, a la Dirección General de Correos y Telégrafos, a la Inspección General de Explotación Comercial, a la Sección Control Trabajo Ferroviario. Cumplidos todos los procedimientos queda habilitado el uso del nombre.
¿Cómo llegan las propuestas de nombres al ministro? Fundamentalmente por tres instancias:
1- El ex propietario de las tierras en donde se va a emplazar la estación y luego el pueblo hace llegar una propuesta por distintos medios.
2- Elabora la propuesta la Junta Asesora para la Nomenclatura de las Estaciones Ferroviarias, un organismo especializado en esta tarea.
3- Los funcionarios del ministerio lo imponen administrativamente según su voluntad, generalmente le asignan algún topónimo del lugar a la nueva estación y pueblo. En todos los casos se trata de evitar las repeticiones de nombres dado que ello genera una permanente confusión.
Sobre un total de 58 nombres considerados (localidades y/o estaciones) desde 1875 en adelante obtenemos el resultado que pasamos a detallar. Hemos dejado de lado los tres poblados que nacen en la época de la colonia. Llevan nombre/s:
El ordenamiento muestra que, sobre 58 nombres considerados, en dieciocho de ellos, más de un tercio, se impone la impronta personal el terrateniente, su propio nombre, el de algún familiar, amiga, santo de su nombre, de su estancia. En este sentido y respecto a la pregunta que nos hacíamos al inicio sobre la relación entre el nombre y el poder establecido, queda en claro que la clase dominante acepta nominar a los nuevos poblados a partir del recate del nombre del terrateniente del lugar que vende las tierras en donde nace el futuro pueblo. El pedido del nombre ingresa al Ministerio cuando las tierras en donde se va a instalar la estación ya pertenecen a la empresa ferroviaria, por donación o compra, sin desde la empresa se deja la prerrogativa de solicitar el nombre al estanciero ex propietario de tierras del lugar, en algunos casos convertido en el agente inmobiliario que motoriza el loteo.
En segundo lugar, aparecen los nombres vinculados a hechos y personalidades de la Revolución de Mayo y las Guerras de la Independencia. Son 12 sobre 58, aproximadamente un quinto de los nuevos nombres. Todos estos tienen en común que son resultado de un recorte temporal de la historia nacional, se rescata solo una decena de años de Historia. Son hechos que constituyen también el sustrato sobre el que reposa la enseñanza de la Historia Nacional escolarizada -convertida en efemérides- desde fines del siglo XIX hasta el presente. En los nombres considerados no se hace mención de hechos ocurridos antes o después de ello, tampoco incorporan hechos de la Historia local, departamental o provincial.
Una hipótesis que debería ser investigada es la de determinar si este recorte de la Historia es la forma de penetración ideológica que tiene en el interior del país el partido (en el sentido que Gramsci le da al término) de la gran burguesía argentina y los terratenientes, asociados a la oligarquía financiera inglesa, buscando imponer su hegemonía cultural.
Lama la atención que solo dos nombres de carácter religioso y ambos asociados a Olmos. Uno de ellos viene de la mano de su viuda, Adelia María Harilaos, una de las terratenientes más acaudaladas de Córdoba y del país y activa partícipe de las actividades y obras pías en el siglo XX.
En relación a la sra. Harilaos no deja de sorprender que como terrateniente de la zona logra imponer cinco nombres de pueblos, luego de llevar una audaz propuesta al ministro solicitando ocho nombres, de los cuales tres fueron rechazados. El caso que hemos relatado respecto a la polémica sobre nombre el nombre de Malena muestra la influencia política nacional de grandes terratenientes. Su caso individual no resulta comparable a ninguno de los terratenientes y funcionarios que imponen nombres a estaciones y pueblos. El ingeniero ferroviario Juan Palleschi sólo había logrado imponer el nombre a dos localidades: Assunta y La Cesira. Asimismo aparecen nombres relacionados a la influencia de Domingo Faustino Sarmiento: Laboulaye, Villa Sarmiento y probablemente Gould.
Por otra parte, en todos los casos estudiados no hay registro de que se haya realizado consulta popular alguna, una única excepción probable sería la de General Levalle. El poder de decidir el nombre no está en manos de los pobladores, a menos en esta época.
El mundo indígena queda plasmado en cinco nombres a pesar del genocidio realizado sobre varias comunidades. Esa tensión se expresa en algunos casos modificando la decisión original de asignar nombres de indígenas, por ejemplo: se descarta el nombre lugareño de Pichi Tromen y se aplica uno nuevo, Jovita
Notas
[1] Este trabajo es una versión corregida de la ponencia presentada en el Ier Congreso Nacional de Historia Local y Regional y XII Jornadas de Divulgación en Historia Local y Regional realizado en Río Cuarto, 4 y 5 de noviembre de 2021
[2] Gramsci, Antonio; Notas sobre Maquiavelo. Sobre la política y sobre el estado moderno. Ed. Nueva Visión Bs. As., 1984, pág. 11.
[3] Mollo, Norberto; op. cit, págs. 135-136.
[4] Carbonari, María Rosa y Carini, Gabriel (comps.); Río Cuarto y su región en clave histórica. Huellas, fragmentos y tensiones con los macro-relatos (1786-1955). Ed. UniRío, UNRC, Río Cuarto. Pcia. de Córdoba, 2018, p. 31.
[5] Ibídem, p. 47
[6] “El 7 de noviembre de 1930 se firma el decreto dando nombre a las estaciones de los Km 14, Fray Cayetano Rodríguez; 30, Ruíz Díaz de Guzmán; 43, Pacheco de Melo…; 64, Huanchilla; 88, Punta del Agua”. Luego el “11 de febrero de 1936” se firma el “Decreto declarando habilitado al servicio público, el ramal de Laboulaye al Noroeste”. Texto mecanografiado con membrete de Ferrocarriles Argentinos. Archivo y Museo Histórico Laboulaye.
[7]Ibídem.
[8] Ídem.
[9] Barrionuevo Imposti, Víctor; Historia de Río Cuarto, t. III, pág. 259.
[10] Adelia María 75° Aniversario…, pág. 247.
[11] Esta cuestión la hemos desarrollado en nuestro libro Historia de Adelia María y del ramal ferroviario Laboulaye Sampacho 1925-1935.
Referencias
- Belleza, Nedo J.R.; El origen de sus pueblos y algo más. Edición independiente, Angélica, provincia de Santa Fe, 2011.
- Mayol Laferrere, Carlos, Toponimia histórica del sur de Córdoba, Ed. Uni Rio, Río Cuarto, Pcia de Córdoba, 2012.
- Mollo Norberto, Toponimia indígena. Sur de Córdoba, sur de San Luis, Sur de Santa Fe, ed. Uni Rio, Universidad Nacional de Río Cuarto. Río Cuarto, Pcia de Córdoba, 2017.
- Rodriguez Carlos Ángel: La Cautiva, 100 años de historia (1911-2011). Irecom Editora. Rio Cuarto, 2012.
Scaglione, Marina, Museo, memorias ferroviarias. Patrimonio ferroviario de la ciudad de Junín. Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de La Plata. Tesis inédita, 2015.
- Tarditti, Roberto J., García, María J., Historia de Adelia María y del ramal ferroviario Laboulaye Sampacho 1925-1935. Edición Municipalidad de Adelia María/Museo y Archivo Histórico de Adelia María “Lilia Denari”, 2019.